12.1.18

A 40 años del conflicto del Beagle


 La larga disputa por las islas Nueva, Picton y Lennox fue sometida a un Laudo Arbitral por un acuerdo firmado entre los presidentes Alejandro Lanusse y Salvador Allende en 1971. El dictamen del Laudo fue emitido en 1977 y un año después, a raíz de sus efectos sobre territorios marítimos que no habían sido previstos desembocó en un grave conflicto entre la Argentina y Chile.  El acuerdo fue finalmente alcanzado gracias a la invalorable mediación de Juan Pablo II apoyado en el cardenal Antonio Samoré.  Se evitó un enfrentamiento bélico que hubiera sido desastroso para ambos países, pero también quedó en claro que la disposición de un aparato defensivo en apoyo de la diplomacia hizo posible minimizar una pérdida marítima que de otra forma, a partir del Laudo Arbitral no hubiera podido evitarse.
 El Tratado de Límites entre Chile y Argentina suscripto en 1881 decía: “pertenecerán a Chile todas las islas al Sur del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos y las que haya al Occidente de la Tierra del Fuego.” La dificultad de interpretación de algo que parece tan claro era acordar cuál era la traza del canal de Beagle. En los primeros años luego del Tratado, la Argentina reconoció en su cartografía la pertenencia a Chile de las tres islas. Sin embargo, cuando se estudiaron las profundidades se observó que el curso del canal giraba hacia el sur de las islas dejándolas en la Argentina.
 Los gobiernos de ambos países intentaron resolver esta cuestión. En 1960 los presidentes Arturo Frondizi y Jorge Alessandri firmaron un protocolo de arbitraje por la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Este documento concedía anticipadamente la isla Lennox a Chile y los islotes Becasses a la Argentina. Esto generó resistencias en ambos países y el proceso se detuvo.
 La búsqueda de un arbitraje se retomó en octubre de 1964, pero volvió a frustrarse debido a conflictos en puntos fronterizos que tensaron las relaciones. Otro intento sin éxito ocurrió en 1967, hasta que en julio de 1971 los presidentes Lanusse y Allende suscribieron el Acuerdo sobre Arbitraje. Se solicitaba la determinación de los límites argentino-chilenos en el canal Beagle y la adjudicación a un país o al otro, de las islas Picton, Nueva y Lennox e islotes adyacentes. El Gobierno de Su Majestad Británica era el árbitro, pero debía nombrar un Tribunal Arbitral de cinco jueces de la Corte Internacional de Justicia. Esta disposición pretendía cubrir a la Argentina de cualquier influencia ocasionada por el conflicto con la Corona Británica por las islas Malvinas.
 Los responsables del gobierno argentino no imaginaron las consecuencias que podía tener el resultado de ese arbitraje sobre la proyección marítima formalmente reclamada por Chile. Hasta entonces la aceptada posesión chilena de las islas ubicadas al sur de las tres en conflicto, no había motivado reclamos por su proyección sobre el Atlántico.
 El Laudo Arbitral emitido el 2 de mayo de 1977 dictaminó que las islas Picton, Nueva y Lennox así como los islotes adyacentes, pertenecerían a Chile. El islote Snipe fue otorgado a Chile y la isla Gable y las islas Becasses fueron otorgadas a la Argentina. Pero no fue estrictamente lo dispuesto por el Laudo lo que causó la reacción argentina, sino que inmediatamente el gobierno chileno definió y aprobó por ley los límites marítimos (líneas de base rectas) en torno al archipiélago hasta el Cabo de Hornos y en base a ellos la proyección marítima hasta las 200 millas. Chile definió así su área económica exclusiva  a partir del punto de encuentro del canal de Beagle con el océano Atlántico, definido por el Laudo Arbitral, trazando una línea recta equidistante de las costas de ambos países en dirección sudeste. Esta línea corría hasta las 200 millas, tal como lo establece el derecho internacional y determinaba así un amplio triángulo marítimo en el Atlántico que quedaría en posesión de Chile. La Argentina perdería su proyección antártica y debería atravesar aguas chilenas en cualquier derrotero marítimo hacia el sur.
 Si bien ambos países en 1971 se habían comprometido formalmente a respetar el Laudo, el gobierno argentino expresó de inmediato reservas a la decisión arbitral. Se trataba de un caso en donde se ponían en juego cuestiones de soberanía marítima de la mayor importancia. Su aceptación tendría un alto costo, aunque también lo tuviera la ruptura de un compromiso internacional formalmente asumido. La Argentina podía alegar que cuando se firmó el Tratado de Límites en 1881 solo se reconocía jurisdicción marítima hasta las dos millas y que por lo tanto la cesión de las islas al sur del Beagle no generaban derechos marítimos significativos. También se alegaba el principio bioceánico “Chile en el Pacífico, Argentina en el Atlántico” establecido como complemento en el Protocolo 1893 para precisar los límites en el sector continental.
 El gobierno argentino adelantó su rechazo a la sentencia arbitral y su disposición a iniciar una negociación política. En una primera reunión en Mendoza entre los presidentes Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet, este último preguntó hasta donde estaría la Argentina dispuesta a defender su posición. El presidente Videla respondió que hasta donde fuera necesario. Pocos días después, el 25 de enero de 1978 el gobierno argentino declaró la nulidad del Laudo, mientras Chile mantenía su posición de darlo por plenamente valido y sostener sus efectos jurídicos respecto de las proyecciones marítimas. Una segunda reunión de los presidentes en Puerto Montt definió un proceso de negociación en tres etapas que se extendería durante todo el año 1978. La más importante era la segunda: propiamente la negociación. Para eso se constituyó la Comisión Mixta N° 2 conducida por el General Ricardo Etcheverry Boneo por la Argentina, y Francisco Orrego por Chile. Quien escribe esta nota participó en esa Comisión en representación del Ministerio de Economía para tratar el tema de integración física y complementación económica en el área del conflicto, que formaban parte del temario acordado
 La voluntad argentina del uso de su potencial militar se manifestó durante ese año mediante declaraciones y hechos concretos protagonizados por altos oficiales y unidades de las fuerzas armadas. Emergieron “halcones” que auténticamente podían forzar acciones militares en caso que no se alcanzase un acuerdo que evitara una pérdida tan importante de mar argentino. También había “palomas”. Esto fue permanentemente indagado por la inteligencia chilena. La evaluación de los negociadores chilenos sobre el predominio de los halcones sobre las palomas era determinante del avance o del retroceso en el logro de un acuerdo aceptable para la Argentina. En ese momento el potencial militar argentino superaba al chileno.
 Las negociaciones no alcanzaron un acuerdo en el plazo establecido. La representación argentina aspiraba a tener mojones en las islas atlánticas periféricas para asegurar sin riesgo futuro su proyección marítima. La delegación chilena se había fijado como límite el reconocimiento de su soberanía íntegra en todas las islas, de acuerdo con el Tratado de 1881. La ausencia de un acuerdo puso a los dos países en la antesala del uso de sus fuerzas armadas en los días previos a la Navidad de 1978. El presidente Videla y el comandante del Ejército General Roberto Viola pertenecían al sector de las palomas, no obstante hubo movilización de fuerzas. En conciencia, las partes entendían que cualquier acción bélica podría tener consecuencias que nadie deseaba. Era como aquellos que se insultan en la calle pero dan tiempo a que otros les impidan comenzar a golpearse. En este caso ese “otros” era el Papa Juan Pablo II quien tres meses antes, el 20 de septiembre de 1978, había enviado una carta autógrafa a los episcopados de ambos países pidiéndoles intervenir para evitar un enfrentamiento bélico. Los canales operaron rápidamente en ambos sentidos. Los dos gobiernos aceptaron la mediación papal y desistieron de cualquier acción militar. Las negociaciones se reencauzaron con el invalorable aporte del Cardenal Antonio Samoré.
 El fallo papal fue emitido dos años después, el 12 de diciembre de 1980, luego de intensas negociaciones en Roma que permitieron encontrar los espacios para una aproximación entre las partes. Proponía una reducida zona marítima económica exclusiva para Chile y un límite sobre las aguas que al sur retomaba el meridiano del Cabo de Hornos (ver mapa). También establecía itinerarios de libre navegación para ambos países. 
 La Argentina había logrado evitar lo que realmente más la afectaba y Chile mantenía su soberanía sobre las islas que tradicionalmente ocupaba.
 Con una extensa demora el acuerdo fue sometido a un referéndum y votado favorablemente en los comienzos del gobierno de Raúl Alfonsín. Finalmente ambos países firmaron el Tratado de Paz y Amistad el 29 de noviembre de 1984.
 No debe entenderse este relato como una apología del militarismo o de la guerra. Por definición la diplomacia es el instrumento de las naciones para llevar las relaciones internacionales en paz y con respeto de las propias soberanías. Apoyada sólo en su profesionalidad la diplomacia puede lograr acuerdos de mutua conveniencia entre países. También la diplomacia por sí sola puede resolver disputas cuando las consecuencias económicas, sociales o políticas para un país, son acotadas. Pero no puede desconocerse la importancia del potencial económico y el militar de las naciones en el juego de las relaciones internacionales, cuando están en discusión asuntos de mayor gravitación o cuestiones territoriales. En estos casos la diplomacia por sí sola puede carecer de la fuerza necesaria cuando el objetivo requiere disuadir o presionar.
 Un país desarmado es un Estado incompleto y solo es concebible si es protegido por otro de mayor poder militar o si todos los demás países con los que interactúa, también están desarmados. Ninguna de estas dos situaciones se observan en el caso de la Argentina, sin embargo actualmente está desarmada. Aunque no haya habido una decisión formal y explícita de hacerlo, el estrangulamiento presupuestario a que fueron sometidas las fuerzas armadas a partir de 1983 logró anular casi totalmente su capacidad militar. Desde entonces no se repone el armamento y casi el 90 por ciento del presupuesto militar se destina a salarios y gastos corrientes. Debe recordarse además, que en la guerra de Malvinas en 1982, se perdió material que no fue repuesto ni recuperado.
 De lo que se puede estar seguro es que si el Laudo Arbitral del Beagle se hubiera dictado en 2017 con una Argentina sin capacidad militar, Chile hubiera hecho valer todas sus aspiraciones y la Argentina habría perdido jurisdicción sobre 75.000 km2 de mar y hoy carecería de proyección antártica.


✒ Manuel Solanet (*) @ManuelSolanet  | Libertad y Progreso | Vienes 12 de enero de 2018.
http://www.libertadyprogresonline.org/2018/01/12/a-40-anos-del-conflicto-del-beagle/
(*) Director de Políticas Públicas de Libertad y Progreso.
Ingeniero Civil con estudios de post grado en Economía. Fue Secretario de Hacienda de la Nación y Secretario para la Modernización del Estado. Entre 1983 y 2010 fue Director y Presidente de Infupa S.A. Es Consejero Académico de FIEL y miembro del Consejo Directivo de A.C.D.E. (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa), miembro titular de las Academias Nacionales de Ingeniería y de Ciencias Políticas y Sociales. Es autor de tres libros y de numerosos artículos. Publica con frecuencia en diarios y medios de alcance nacional.

11.1.18

¿Qué es de la vida del periodista Nicolás Kasanzew, "la cara de Malvinas"?



 Fue corresponsal de tres guerras y afirma haber sido prohibido; habló con LA NACION sobre su presente, las islas y su nuevo amor
 
 Hay una generación que lo recuerda vagamente: con su abrigo amplio, polera, micrófono en mano. Con sus 34 años, el habla clara, la mirada expectante. Sus interlocutores tienen  cascos verdes y medias sonrisas. El escenario: una perla austral perdida... No. Querida. Fría, ventosa, lejana. Triste. Nuestra. El recuerdo, en blanco y negro o en tecnicolor, suena también con esa marcha, con una plaza que grita ´vivas´ y también abuchea, y con voces maternas que aconsejan: “Comé todo, que los soldaditos de Malvinas no tienen qué comer”. Cartas, sweaters y chocolates en cajas. El pensamiento, también vago, en las cabezas de quienes fueron niños en el '82: “Seguramente ya va a mostrar cómo les llega todo esto a los soldados... héroes”.

 Nicolás Kasanzew , en un mediodía cálido, entra en el icónico Florida Garden para hablar con LA NACIÓN. El bar notable, que supo recibir a glorias pasadas como Jorge Luis Borges, fue elegido por él como punto de encuentro. Quien fue el cronista de guerra del antes llamado Canal 7 llega con una camisa celeste y pantalón de vestir. Elegante, saluda con amabilidad. Se disculpa por los pocos minutos de demora. El habla clara, la mirada opaca. Viene de Maswichtz, donde vive. Sus ojos, durante la entrevista, se iluminarán al hablar de la adrenalina del periodismo, al dar algún dato que puede generar polémica y cuando presenta a su flamante esposa, Teresa. Sí, Kasanzew llega acompañado por la mujer con la que se casó hace pocas semanas. Jovial, simpática, de colores.

 Kasanzew nació en 1948 en Rusia y a los cinco meses viajó con su familia a la Argentina. Los hechos bélicos parecen signar la vida de este periodista que es hijo de un militar que luchó en la Segunda Guerra Mundial y es descendiente de oficiales del Ejército del Zar. Si bien la consigna es hablar sobre su vida actual, las islas son un terreno obligado. Más cuando este año se cumplen 175 años del desembarco inglés en lo que es parte de la plataforma marítima argentina. Y más, cuando su trabajo como periodista en el país se entorpeció luego de la guerra. Dice que lo prohibieron tanto los militares como el gobierno democrático de Raúl Alfonsín.

 Será por eso que aún hoy el nombre Kasanzew sigue sonando a Malvinas para muchos. Su carrera periodística excede en décadas los 74 días que duró la guerra contra los ingleses, pero no le molesta seguir cargando ese abrigo amplio, polera y micrófono. Hace una causa de ello: “Alguien tiene que contar la guerra”, explica. Quiere desenterrar a los soldados vivos y muertos de la llamada desmalvinización, la campaña por la cual se estigmatizó y se pasó al olvido todo lo relacionado con la gesta. Explica que los militares quisieron despegarse de la derrota y los gobiernos democráticos, que le siguieron, alejarse de toda relación con la dictadura, “a pesar de las grandezas que se dieron en batalla”, dice.
Un mozo, de esos que se peinan al costado y usan un impecable saco blanco, sirve café con leche al periodista y a Teresa.

- ¿Por qué ocultar las grandezas y no capitalizarlas, ya en democracia?

- Mirá, uno de los grandes desmalvinizadores fue Ricardo Alfonsín por una cuestión increíblemente personal.

Toma un trago de su taza y se prepara para dar el dato que iluminará su mirada con una media sonrisa.

- Muchas veces la pequeña historia explica la gran historia. Hubo una camada del liceo militar donde estaba Alfonsín, Eduardo Albano Harguindeguy, Jorge Anaya y Leopoldo Fortunato Galtieri. Aparentemente, Alfonsín era considerado el gordito gilún al que Galtieri molestaba y Harguindeguy defendía. Esa relación de amor odio siguió toda la vida. Cuando empiezan a meter presos a los militares [en la vuelta de la democracia], dejan libre al principal responsable de la desaparición de personas que era el ministro del interior, Harguindeguy. No lo tocaron nunca porque era amigo personal de Alfonsín. Alfonsín le tenía una tirria tal a Galtieri que hasta prohibió festejar el 2 de abril [día en el que los argentinos desembarcaron en las islas]. Justicia poética: a él lo enterraron un 2 de abril. El entendía que Galtieri había entrado en la historia, entonces cuando propone pasar la Capital Federal a Carmen de Patagones, Viedma, un periodista le dice: ´Pero, presidente, esto va a salir muchísimo dinero´. A lo que él le dice: ´La guerra de Malvinas también salió muy cara´. Estaba compitiendo con Galtieri.

 Kasanzaew dice que las razones para desmalvinizar se basaban en la relación directa entre la dictadura y la guerra. "Son dos cosas diferentes. La decisión de desembarcar en las islas no fue una ´locura de un borracho´", explica, en referencia al entonces jefe del gobierno de facto Galtieri. Afirma, en cambio, que los militares “pisaron el palito” de Inglaterra y los Estados Unidos. Que en el 82 el gobierno de Margaret Thatcher y el almirantazgo inglés estaban en crisis y que una victoria frente a un gobierno militar sudamericano les ayudaría a levantar su imagen. Incluso, asegura que por eso la mandataria ganó más tarde las elecciones. Sería similar el beneficio para los militares argentinos, a quienes se les había asegurado una victoria gracias al apoyo de los Estados Unidos, que jamás se dio.

- Los militares de alto rango no tienen perdón. Eran militares de escritorio. Los que se destacaron fueron los oficiales jóvenes, los suboficiales y los soldados. Con Alfredo Lamela, el camarógrafo, hacíamos una broma en nuestras recorridas, decíamos que si veíamos a alguien de un grado superior de teniente primero, teníamos que pedir un deseo porque era como encontrar un trébol de cuatro hojas. Lo triste es que después los soldados volvieron escondidos, entre gallos y medianoche. La población argentina, exitista, no los recibió como héroes. Les decían ´cagones, perdieron la guerra´.

Kasanzew, el día en que le permitieron disparar un cañón de 105 mm
contra los ingleses, en Malvinas
Crédito: Gentileza Nicolás Kasanzew
 A él, como a muchos ex combatientes, le tocó el no conseguir trabajo al volver de la guerra. "Un periodista de la NBC, Charly Gómez, - dice- a quien conocí cuando cubrí la guerra civil en Nicaragua para Mónica Presenta, me dijo: ´Felicitaciones, de ahora en más ni vos ni tus hijos van a tener problemas de trabajo en la Argentina´. Pero qué equivocado estaba. Es que en otros lugares del mundo la experiencia bélica habla de liderazgo, de resiliencia, de equipo. A mí me prohibieron el secretario de Cultura de Alfonsín, Carlos Gorostiza, y su subsecretario, Marcos Aguinis. No podía trabajar en los medios. Era la cara de Malvinas".

- ¿Qué sintió en ese momento?

- Después de la guerra, los combatientes suelen tener pesadillas con la muerte; yo comencé a tener pesadillas recurrentes con que me quedaba sin trabajo. Es lo peor que me puede pasar.

- Lo relacionaban también con los discursos triunfalistas. Gómez Fuentes, el conductor del 7 que presentaba sus informes desde Malvinas, afirmaba que estábamos ganando...

- El sí, pero yo nunca fui propagandista, yo era periodista. Lo puedo comprobar por ejemplo con los telex que le enviaba a la revista Siete Días, después me sacaban y ponían lo que querían. Nunca dije que ganábamos. Imaginate que el 90% de lo que grabamos con Alfredo Lamela, el camarógrafo, fue destruido por los censores. Si yo hubiese sido coincidente con la censura eso no pasaba. Yo desafié a Gabriela Cerrutti a que encontrara una frase exitista en todo el material fílmico.

 La última frase hace referencia a quien hace 10 años era legisladora porteña y que pidió bajo ese argumento que el periodista no cobrara la pensión de guerra dada a los que estuvieron en las islas durante el conflicto armado (civiles y militares).

 Luego de Malvinas y colaboraciones esporádicas en algunos medios, dejó la Argentina a principios de los 90 con ofertas de trabajo desde Miami. Allí trabajó 17 años en varios medios hispanohablantes, como Univisión y la NBC. Cuenta que su carrera no se basa sólo en ser corresponsal de guerra: "Lo mío era el magazine, entrevisté a personalidades como Muhammad Ali, a Henry Kissinger, a la doctora Ana Aslan, la precursora de los tratamientos antienvejecimiento, y más".

Kasanzew, el trovador

Kasanzew, el hoy de la cara de la guerra de Malvinas Fuente: LA NACION
 Kasansew también escribe canciones. Sí, las musicaliza un amigo de él y otro le pone la voz. Una de las primeras que escribió se la dedicó a un soldado de Malvinas. "En la guerra hubo actos de amor desinteresados. Oficiales y soldados dieron la vida por gente de la que no sabía quizá ni el nombre -cuenta-. Le escribí una canción al soldado Jiménez, el Sombra, porque como era soltero y sin hijos decía: ´Mandame al Pucará a mí que ese es papá y yo no´. O ´que está casado y yo no´. Y así murió”.

 Son varias las canciones que Kasanzew escribió inspirado en Malvinas y las compiló en el disco Quijotes de Malvinas. Su última composición se la dedicó a Teresa, video incluido. Pero ella no quiere ser la protagonista de la entrevista. Con una sonrisa, dice: "Hablá de las charlas que das por el país. Los chicos quedan encantados cuando lo escuchan". Teresa es consultora de prensa y se hace un tiempo en su profesión para acompañarlo.

Cómo explicar la guerra

Kasanzew en uno de los cráteres dejado por bombas
inglesas de 500 kilos
 Crédito: Gentileza Nicolás Kasanzew
 Otra de las actividades actuales de Kasanzew es dar charlas por el país sobre su paso por las islas. Cuenta que en el sur es donde más interés suscita. Que los jóvenes se sienten inspirados en los relatos sobre los héroes y sus gestos, lo cual sirve para un reconocimiento real, más allá de los discursos. Aunque aclara que si bien ese es su granito de arena, una reivindicación oficial sería lo mejor.

- ¿Qué opina del acuerdo del Gobierno con Inglaterra para la identificación de los restos de soldados en el cementerio de Darwin? ¿Puede ser eso una manera de reivindicación?

- El mérito de este gobierno sería dejar de darle la espalda a los combatientes. Cuando hace un par de años desfilaban después de las tropas en el desfile del 9 de julio en Buenos Aires, Macri se retiró del palco antes de que pasaran y volvió una vez que ya habían pasado. Entiendo la importancia que tiene para las madres de los caídos la identificación de sus hijos, pero pienso que eso no constituye una reivindicación. La reivindicación esperada es que los reconozca la sociedad argentina como honrosos defensores de la patria y se deje atrás el clisé infamante de supuestos chicos de la guerra.

- ¿Vio la lista de los 88 identificados?

- No la vi, pero es probable que haya algunos que conocí. Por ejemplo, conocí al soldado Elbio Araujo, le saqué una foto y muchos años después cuando se la mostré a su hermana Maria Fernanda, lo identificó como su hermano. Se emocionó mucho y me contó su historia, que yo publiqué en mi libro La pasión según Malvinas. María Fernanda me dijo en ese momento que no tenían ninguna foto de su hermano en Malvinas.

-¿Lloró en Malvinas por la muerte de algún combatiente?

Kasanzew, hablando con el ametralladorista Herrera, en
Malvinas
 Crédito: Gentileza Nicolás Kasanzew
- Cinco personas con las que compartí muchos momentos en Malvinas, murieron en combate. Los lloré a los cinco.

-¿Influyó el kirchnerismo en un avance en la reivindicación de los soldados?

- El kirchnerismo siguió con la desmalvinización e inclusive la profundizó. Puso como referente de Malvinas a alguien que jamás peleó, Edgardo Esteban, un tipo del grupo de artillería 4 que apenas empezó la guerra entró en pánico. Su jefe le tuvo lástima y lo puso en una casilla del pueblo. Una noche se negó a hacer una guardia y fue en su lugar otro soldado. Cayó una bomba y lo mató. Fatalidad. Pero el tipo volvió y dijo que sus compañeros eran los cobardes. Y a él, que no peleó y fue un cobarde, Cristina lo puso como referente de la guerra de Malvinas.

-¿En qué la beneficiaba hacer eso?

- Servía para seguir demonizando a los militares porque ese era el discurso. Ellos [por los kirchneristas] eligieron a los militares como enemigo para que los organismos de derechos humanos y la izquierda hicieran la vista gorda ante el latrocinio: ´Roban, pero juzgan´.

- ¿En qué sumaría el reconocimiento histórico de los soldados y de la guerra, desterrar la desmalvinización?

-Es un tónico moral para la población, mostrar que hay gente que se juega a cambio de nada, por amor. Los héroes son los únicos que pueden transmitir valores eternos. El coraje, la abnegación, la generosidad. No se pueden transmitir valores con discursos, porque los chicos no escuchan discursos. Sólo con ejemplos. Si se pudiera transmitir el amor desinteresado al país que tanta falta le hace, ese mismo de quienes dieron la vida por él, hasta la corrupción bajaría. Por eso el culto a los héroes es esencial en cualquier país del mundo. Hoy tenemos héroes de carne y hueso, el equivalente del Sargento Cabral, y no los aprovechamos.

- Usted defendió a un par de militares que son acusados de violación a los derechos humanos como Enrique Stel y ...

- Sí, y pongo las manos en el fuego de que jamás habrían cumplido una orden aberrante.

- ¿Por qué lo hace? Una cosa es lo que usted vio en Malvinas y otra lo que ellos habrían hecho durante el proceso.

- Porque sé que son tipos de honor. Además, algunos de los juicios están armados con testigos preparados, testimonios armados.

- ¿También las denuncias contra César Milani, ex jefe del Ejército del gobierno de Cristina?

- De él creo cualquier cosa. Un tipo que es chorro, es inmoral en todas las esferas.

Deber y amor, según un corresponsal de guerra

Kasanzew en una cobertura, en 1975, festejando con los pilotos tras
haber volado en un Mirage
 Crédito: Gentileza Nicolás Kasanzew
 En el bar una pantalla suscita interés. El zócalo reza que en el submarino Ara San Juan habría habido una explosión. Las imágenes muestran a los familiares gritar con las manos hacia el cielo. Un mozo sube un poco el volumen. Teresa se lamenta. Las imágenes inspiran una conversación sobre "los 44". Kasanzew aporta su experiencia como corresponsal de guerra y conocedor del paño militar, aunque aclara que él no se especializa en ese tema.

- Hay familiares del personal del submarino que sabían que no tenía mantenimiento. Uno tiende a preguntarse ´si la tripulación lo sabía, ¿por qué se presta a subir?´

- Porque es su deber, es gente de deber y amor. En la guerra de Malvinas teníamos aviones modernos como los Thunder y A 4 de 1950 y pico con los cuales diezmamos a la flota inglesa y los pilotos salían con los asientos eyectables vencidos. Después de Malvinas las proezas de los pilotos argentinos cambiaron las estrategias en todos los ejércitos del mundo. Un capitán, Carballo, un héroe de la aviación argentina, va a los Estados Unidos a una charla y un oficial le pregunta: ´Cuando usted escuchaba la alerta del radar warning que tenía un avión atrás, ¿qué sentía?´. ´Nada´, le contestó. ´Ah, qué valiente´. ´No, no tenía radar warning´.

- Lo que pasa hoy con los submarinos, ¿pasó en Malvinas?

- No. En los años previos al golpe de Estado se había acumulado mucho material bélico nuevo, pero así como teníamos equipamiento de muy buen nivel, teníamos equipamiento obsoleto. Pero antes tenían horas de vuelo, entrenamiento. Ahora estamos atrasadísimos en todo, cuando todos los países vecinos están armados hasta los dientes. El año que viene tenemos el G20 y no tenemos aviones con los cuales brindarles seguridad a los estadistas. Se está hablando de contratar pilotos extranjeros. Llegar a que nuestro cielo sea custodiado por aviones extranjeros...

La vida de Kasanzew, amor y futuro

Kasanzew y Teresa, posando para LA NACION Fuente: LA NACION
 Kasanzew vivió en los Estados Unidos junto a quien era su esposa y sus cuatro hijos varones. Con el tiempo, dos de ellos abrazaron el periodismo. Pero él no quiere hablar de sus herederos. Hace un par de años volvió solo al país para sentar raíces nuevamente. Participó en algunos programas de televisión para hablar de Malvinas y luego recibió un par de ofertas de trabajo que quedaron en nada.

 Ahora está escribiendo otro libro. “Es sobre mis andanzas por el mundo: guerras, personajes, experiencias únicas”, dice. Sus anteriores libros también hablaron de sus recorridos: El Zar y la Revolución; La pasión según Malvinas, Malvinas a sangre y fuego.
Este año se reencontró con Teresa, de quien se había enamorado hace muchos años, pero la vida los había separado. Facebook de por medio, se contactaron, se dieron likes, se enviaron besos en comentarios de fotos, y vieron que aún estaban enamorados. Ambos cuentan su historia con entusiasmo. Él le ofreció casamiento en el primer reencuentro. Ella se rió. “Me pareció que lo decía porque es un amoroso, sólo eso”, recuerda ella. Al poco tiempo estaban juntos, en un casamiento a plena luz del día.

 "En enero viajamos a Miami porque tengo el proyecto de hacer un programa sobre historias de vida extremas. Están interesados, pero a mí me gustaría trabajar acá. No me quiero ir. La tele está lleno de chismes, hasta en los noticieros, un programa así acá sería interesante", dice sobre sus planes y deseos a futuro.

 Su esposa explica que la imagen del periodista aún está muy relacionada con Malvinas y eso es una traba para que consiga trabajo en la Argentina. El opina que quizás no es tan así. Sabe idiomas, sabe ruso, fue corresponsal de tres guerras y una colega una vez le dijo que esas características y su experiencia levantaban demasiado la vara y eso daba recelos. Se habla del Mundial que se viene, en su Rusia natal. Comenta que su hijo, que trabaja en Univisión como periodista deportivo, ya le pidió data, incluso sobre Kissinger, a quien entrevistará 30 años después de que él mismo lo hizo.

 Teresa saca su celular. “Mirá las fotos de la boda”, dice con una sonrisa. Cuenta que la celebración, con sólo 50 personas, fue muy agradable, amorosa, que por su parte fue su familia más cercana, fueron sus sobrinos, “sus chicos”. También relata que estuvieron presentes dos de los hijos de Nicolás. Él escucha como ausente, hasta que repara en una de las imágenes y dice: “Este señor era amigo de mi papá, lucharon en la Segunda Guerra Mundial codo a codo, cumplió 94 años y está enterísimo. Anda todos los días en bicicleta. Fue como tener a mi papá en mi casamiento”. La mira a Teresa. Los ojos encendidos por el pasado y el presente.

✒ Paula Soler (*) | La Nación |Jueves 11 de enero de 2018.

Periodista con oficio y estudios varios. De chica una historia familiar me originó mil preguntas. Una Gioconda triste fue mi primera indignación hacia el mundo. Pasé de las crónicas venucinas a las marcianas, y me aboqué a las humanas con Elegía, Godot, Virginia, Rosa, Simone, el microfísico del poder, los Cubrepileta, Juan de los Palotes y su viaje a Mendoza. Busqué la realidad que no olía a papel y pochoclo para alejarme de “la monotonía de las horas mohosas”. El resultado: una gran ensalada que me dio algunas respuestas a esas primeras preguntas. Hoy, aquí estoy, buscando más cosas que preguntar para después contar.


9.1.18

La “secta” socialista


 Toda secta es una organización cerrada con fuertes condimentos religiosos que se caracteriza por la lealtad absoluta a la doctrina; la exclusividad; el aislamiento del mundo exterior; la falta de privacidad; la intervención directa en la economía; el discurso de la amorosidad; la vida familiar; el rechazo al individualismo; la aceptación ciega; los estados hipnóticos y la paranoia.
 Si observamos detenidamente estos puntos, concluiremos en que el socialismo (entendido como el intento sistemático de diseñar u organizar, total o parcialmente, mediante medidas coactivas cualquier área del entramado de las interacciones humanas) carga con cierto aire de familia respecto a la estructura interna de una secta.
 Por ejemplo, la lealtad absoluta a la doctrina da lugar a la veneración y al culto del jefe (o “la jefa”), el mesías, el líder o el conductor. Esta lealtad implica reverencia e inclinación a las reglas por este impuestas. Y esta veneración es adoptada por razón y por necesidad de reconocimiento y aceptación, por miedo al destierro o al rechazo interno del grupo y principalmente del líder.
 Similar sucede con la exclusividad. Esta, remite al reconocimiento que el líder otorga a los miembros del grupo. Así, cada integrante –que por lo general siente cierto grado de incertidumbre e inferioridad–, entiende que cobra valor una vez que ha ingresado a la secta (obsesión por lo colectivo), sintiéndose visto y reconocido por el amo.
 El aislamiento del mundo exterior pone a los individuos de espalda a la realidad y al mundo exterior. De aquí que la vida en comunidades cerradas, de espaldas al mundo (nacionalismo en vez de cosmopolitismo, por ejemplo), resulta central para  la vida y el mantenimiento de las sectas. De este modo, se previene de todo tipo de interferencia externa: el líder dice qué libros leer; qué información recoger; cómo procesarla para alcanzar la idea correcta. El control de los medios de comunicación en los gobiernos populistas es un claro ejemplo de esto. Tanto para las sectas religiosas, como para los gobiernos populistas, los medios de comunicación son herramientas del demonio.
 La falta de privacidad reduce toda posibilidad de armarse de un pensamiento crítico, individual. En los cultos (lo mismo da una secta religiosa que una política), difícilmente se permita a los miembros andar a solas por ahí. La vida en comuna estructura toda práctica de la vida cotidiana. Todas las actividades son así, generalmente, realizadas en grupo
 Otra característica es la intervención directa en la economía de los miembros. En nombre del “bien común”, los bienes de cada miembro deben ser entregados al líder; él será el único regulador de los bienes y del capital. “¡Él cuidará de todos!” Y, con respecto a esto último, a mayor sea la entrega de capital económico, menor serán las posibilidades de independizarse del grupo o de regresar a la vida pasada. ¡Socialismo en su máximo esplendor!
 El amor es otra de las características centrales en toda secta. Escribo esto y recuerdo al dirigente de la CTA gritando en televisión, a cámara y al mundo: “¡…amor, amor, amor!”. Este elemento, en tanto que sentimiento inconmensurable, da una firme sensación de cuidado mutuo y de hermandad. Cuando las relaciones se entablan desde el sentimiento sin ningún lugar a la razón o el pensamiento individual y reflexivo, tiende a anestesiarse todo tipo de mecanismo de defensa. Ante el discurso de la amorosidad los individuos, vueltos al grupo como hermanos, se vuelven fácilmente manipulables.
 Respecto a la reasignación de la vida en familia. Los grupos familiares ingresantes a la vida en comunidad (secta) se disuelven en su interior para abrirse a una nueva “familia”, más “verdadera” y mayor (el “Pueblo” o la “Patria grande”, para el populismo); a esta última se deberán los sacrificios.
 Otra característica –una de las más significativas para el tratamiento que aquí realizo– es el rechazo al individualismo, este es, sin dudas, el enemigo del grupo, de los cultos. El individuo libre pensante puede generar un pensamiento por fuera de la doctrina impartida. El individuo no se conforma con la aceptación de las reglas; indaga, interpela. De aquí que las sectas tienen prácticas homogeneizadoras, superficialmente, en la vestimenta, los intereses, en los nombres asignados; en profundidad, en las creencias, los valores, las ideas, etc. Todos estos mecanismos despersonalizantes combaten y destruyen a la individualidad.
 La aceptación ciega es otra de las claves de los grupos cerrados y los fanáticos sectarios (también de la secta socialista). Se trata de un modo absoluto de aniquilación del Yo. Este pasa a ser sustituido por el “Nos”, el cual vive y habita en cuerpo del líder. Ahora serán las creencias, los valores del este último las que se han de aceptar, defender y propagar ciegamente, sin vacilación ni titubeo alguno.
 Los estados hipnóticos son, por su parte, representativos en los gobiernos de masa, en el populismo de balcón o el neopopulismo virtual de manipulación mediática.
 Y, finalmente, la paranoia es una de las características más importantes impartidas por los líderes del culto. Esto crea una sensación de persecución constante y un miedo colectivo. Se trata, ni más ni menos, del miedo a lo extranjero, a lo desconocido, a lo externo,  instituyéndose así una guerra con el mundo exterior, con la gente que no es parte del grupo, con las ideas que no encajan con los valores del grupo; con la información externa; en fin, con la realidad en sí misma.



✒ Prof. José Luis Jerez (*) | Libertad y Progreso | Martes 9 de enero de 2018.
http://www.libertadyprogresonline.org/2018/01/09/la-secta-socialista/*

(*) El autor es profesor y licenciado en Filosofía; profesor en la Universidad de Flores (UFLO); e investigador de las universidades Nacional Autónoma de México (IIF-UNAM) y de la Universidad de Torino.