Bernardo Houssay, primer Premio Nobel científico de América Latina nació en 1887, en un hogar acomodado de origen francés. Paradigma de investigador y hombre de bien, enalteció a la Argentina con su sabiduría y su notable trayectoria
El Dr. Bernardo Alberto Houssay nació en Buenos Aires el 10 de abril de 1887 en el seno de una típica familia de clase media. Fue hijo de Alberto Houssay, abogado nacido en Bayona el 17 de mayo de 1851 y Clara Lafont, cuyo domicilio, el mismo en el que vino al mundo, se hallaba ubicado sobre la calle Balcarce 168, a solo media cuadra de Plaza de Mayo. Su padre, el Dr. Houssay, había sido seminarista en Larressore, pero después de dejar sus estudios, se trasladó a la Argentina donde fue profesor de Francés en el Colegio Nacional graduándose en Derecho en 1877, un año antes de su matrimonio.
Tras cursar sus estudios primarios en el barrio de Almagro, donde la familia se radicó, el pequeño Bernardo ingresó en el Colegio Británico que dirigía el profesor francés Francisco Martín donde, a los trece años de edad, se recibió de bachiller. Fue, lo que se dice, un niño prodigio.
Su carrera científica
En 1901 Houssay ingresó en la Escuela de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires, graduándose en 1904, con solo 17 años. Pero el muchacho sabía que estaba para más, por lo que decidió seguir la carrera de Medicina, para especializarse en fisiología, y graduarse en 1911. Su tesis doctoral “Estudios sobre la acción de los extractos hipofisarios: ensayos sobre la fisiología del lóbulo posterior de la hipófisis”, recibió la aprobación académica y el reconocimiento de sus profesores.
Sus primeras experiencias las hizo en farmacias de la capital, una de ellas la del Hospital Francés y como estudiante, tras haber ganado en 1907 el concurso de ayudante para la cátedra de Fisiología, fue practicante y jefe de laboratorio en 1910 y profesor interino de Fisiología en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires en 1911. De esa cátedra fue nombrado titular y en 1915 fue designado jefe de Patología y Fisiología del Instituto Bacteriológico del Departamento Nacional de Higiene.
Notable investigador
En el año 1917 Houssay decidió dejar a aun lado la Medicina para dedicarse exclusivamente a la investigación. De ese modo, retomando su tesis sobre la glándula hipófisis con la que obtuviera su diploma, perfeccionó sus conocimientos experimentando sobre ranas, ensayos que le permitieron determinar que la hipófisis era un órgano indispensable para la vida, pero que los animales, privados de ella, podían sobrevivir si recibían injertos.
También trabajó con perros hasta que en 1919 fue llamado a cubrir la cátedra de Fisiología en la Facultad de Medicina y ocupar el cargo de director del Instituto de Fisiología, a cuyo frente estuvo hasta 1943. Con el firme propósito de promover las investigaciones en materia fisiológica fundó en 1920 la Sociedad Argentina de Biología, y tres años después recibió el Premio Nacional de Ciencias por sus profundos estudios sobre los extractos hipofisarios.
Persecuciones políticas
En la década del treinta Houssay siguió adelante con sus experiencias, incrementando el conocimiento de las enfermedades sanguíneas y determinando el rol de la hipófisis en los procesos metabólicos de los carbohidratos. Eso llevó al Instituto de Fisiología a ser considerado uno de los organismos de investigación más importantes del mundo, hecho que puso a la Argentina a la altura de las principales potencias del orbe internacional. En 1943, logró establecer que la insulina retardaba la formación de glucógeno en el hígado y promovía el consumo de la glucosa por el músculo pero esas investigaciones se vieron entorpecidas por la persecución política de la que fue objeto por parte del gobierno surgido el 4 de junio de 1943, que lo dejó cesante en su cátedra. Recién pudo regresar en 1945, cuando se decretó una amnistía para todos los profesores separados de sus cargos.
Pese a todo, los problemas para Houssay recién comenzaban porque en 1946 el gobierno del general Perón lo jubiló forzosamente y lo expulsó de la Universidad.
La arbitraria medida, impulsada por mentes mediocres y resentidas, motivó que decenas de ofrecimientos llegaran desde el exterior a los que Houssay rechazó, manteniéndose firme en cuanto a permanecer en el país, soportando esa suerte de “exilio interno”, como lo llamaba. Y así se dedicó a criticar abiertamente las arbitrariedades del régimen, pero alentando siempre a los profesionales médicos a seguir trabajando. “Con Perón, sin Perón y a pesar de Perón, hay que seguir trabajando, siempre, sin desmayar”. Sería repuesto en sus cargos en 1955, por el gobierno de la Revolución Libertadora.
Premio Nobel
Conociendo su intenso trabajo y sus brillantes logros, científicos extranjeros que visitaran oportunamente el país, propusieron su nombre para el máximo galardón internacional: el Premio Nobel, en 1947.
Los méritos del Dr. Houssay eran sobrados. Trabajando intensamente en su laboratorio había logrado mejorar considerablemente a perros enfermos cuando les extirpaba la hipófisis, cuyos cuadros se agravaban cuando les inyectaba una hormona producida por ella. Esos estudios permitieron establecer el rol que juega la glándula en el metabolismo de los carbohidratos y en la diabetes, base de futuras investigaciones a nivel mundial.
En octubre de 1947 la Real Academia Sueca de Estocolmo anunció que el Dr. Bernardo
Alberto Houssay había ganado el Premio Nobel en Fisiología y Medicina, por su descubrimiento de que la anterohipófisis regulaba tanto el crecimiento como el metabolismo de los hidratos de carbono. También se supo que el galardón era compartido con el matrimonio Carl F. Cory y Gerthy Theresa Radnitz, por sus investigaciones sobre los cambios de la glucosa.
La noticia repercutió en todo el ámbito nacional y produjo gran júbilo y satisfacción. Los argentinos recordaban con orgullo que una década atrás otro compatriota había obtenido el mismo premio en el rubro de la Paz, por su intermediación en el conflicto entre Bolivia y Paraguay (Ver Cruzada N° 28).
Notable discurso
Al momento de recibir el premio de manos del rey de Suecia, el Dr. Houssay pronunció un discurso memorable. Dijo en sus párrafos más salientes: Altezas Reales; Excelencias; Señoras y Señores: Mi más rendida gratitud porque Suecia honra hoy generosamente en mi persona a los que en la lejana América Latina están consagrados con fiel y abnegada devoción al cultivo de la investigación científica.
Aunque alejados por larga distancia, los pueblos sueco y argentino están unidos por los mismos ideales de amor a la paz, por el culto a la libertad, la resistencia a la opresión y por el respeto a la dignidad del hombre.
Admiramos a Suecia como uno de los ejemplos más altos de la civilización y como un país que ha logrado grandes realizaciones sociales auténticas.
Este pueblo de hombres fuertes, laboriosos, justos y honrados, nos muestra el ejemplo admirable de un adelanto continuo, basado a la vez en el amor a una noble tradición histórica y en una aptitud superior para rejuvenecerse y perfeccionarse incesantemente.
Estamos todos unidos por un mismo propósito de honrar la paz noble, bienhechora y fecunda y para ello procuramos aumentar los conocimientos humanos que elevan y purifican el espíritu, son fuente de bienestar y sirven de base a nuestra civilización basada en la justicia y en la solidaridad de todos los hombres.
Por la voz modesta de uno de sus hijos, mi patria está hoy presente y con ella las naciones hermanas de la América latina, para agradecer esta distinción tan grande que es una honra para todos los que trabajan en íntima asociación para desarrollar su cultura científica.
Ese fue el Dr. Bernardo Houssay, ejemplo de una Argentina honorable que queremos recuperar.
✒ | Revista Cruzada.
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