2.2.14

¿Padre de la Democracia o aliado al Terrorismo?

 

 “En Oriente la grandeza puede revelarse, por tanto, en la arbitrariedad, mientras que en Occidente resulta incompatible con ella”. Ernst Junger.

 El 23 de enero de 1989, un grupo terrorista que respondía al MTP (Movimiento Todos Por la Patria), comandado por Enrique Gorriarán Merlo, ex jefe del ERP, ingresó en el Cuartel del RIM 3, 3er Regimiento de Infantería Mecanizada, con cuartel en la localidad de la Tablada. El ataque comenzó a las 6 AM y el presidente Alfonsín recién ordenó el contraataque por unidades del ejército cerca del mediodía. Demora inexplicable, ante un hecho violento y confirmado.

 El ataque fracasó por la decidida intervención de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que cercó el cuartel e impidió cualquier otro movimiento.


Los comprometidos
 39 terroristas, algunos entrenados en Nicaragua, entonces bajo también su actual Presiente Daniel Ortega. Jorge Baños presidente del MTP, caído en el asalto, con anterioridad, visitaba frecuentemente el despacho del Ministro del Interior Enrique Nosiglia y vivía en un departamento que había comprado con un crédito del Banco Hipotecario Nacional, dirigido por la Coordinadora radical en la persona de uno de sus miembros, Aníbal Reinaldo. Francisco Provenzano, otro de los miembros del MTP, también caído en el ataque, era un viejo amigo de Nosiglia y de su familia y habían sido vistos juntos en un acto público un mes antes. En una casa de la familia Provenzano funcionó un comité radical de la coordinadora.
Nosiglia era un hombre de confianza de Raúl Alfonsín y ocupaba el ministerio de mayor importancia política de su gobierno.
 

El Plan


 La excusa del ataque fue que impedirían un supuesto levantamiento militar para llevar a Menem al poder. Página 12 y otros medios publicaron declaraciones previas del MTP sobre una presunta conspiración de los militares carapintadas. Lo cierto es que las encuestas le daban a Menem una ventaja difícil de descontar sobre el candidato radical Eduardo Angeloz, a quien Alfonsín lo apoyaba como su sucesor. El plan era tomar el regimiento 3, culpar a los militares carapintadas de Rico y Seineldin y vincularlo a Menem, gobernar por decreto bajo el estado de sitio e impedir que Menem llegara al poder. Como todo plan complicado, fracasó, especialmente por la temprana intervención de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Los voceros del presidente continuaron afirmando que era un ataque de los militares carapintadas hasta bien entrada la tarde, en un preparado operativo periodístico, que tuvieron que levantar ante las evidencias que fueron apareciendo, que desmentían flagrantemente esa versión.

Los derechos humanos son sólo para socialistas

 Los terroristas asesinaron aquel 23 de enero de 1989 a 5 oficiales y suboficiales, 4 soldados conscriptos de 19 años y 2 miembros de la Policía bonaerense, uno de cuyos comisarios perdió sus dos piernas combatiendo heroicamente. Parece que ellos no tenían derechos humanos. El CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) vinculado a los dirigentes del MTP, asumió la defensa de los terroristas, con su muy disminuida visión de los derechos humanos.


El Padre de la Democracia defiende a los asesinos de Sallustro
 El Dr. Oberdan Sallustro había sido condecorado por el Papa Pablo VI, y en 1972 era el Presidente de Fiat Argentina. Sallustro fue secuestrado el 21 de marzo de ese año, por una célula del ERP, y posteriormente asesinado el día 10 de abril a las 12.30, en un centro clandestino de secuestros ubicado en la calle Castañares N° 5413, del barrio de Mataderos. El comandante del ERP en ese entonces era Mario Roberto Santucho, quien fue detenido y juzgado. Uno de sus abogados defensores fue el Dr. Raúl Alfonsín, quien firmó un escrito en defensa de los asesinos que decía: “…los subversivos no son delincuentes, sino combatientes, integrantes de un ejército revolucionario del pueblo alzado en armas, en rebelión abierta, en operaciones”.

 Para Alfonsín Santucho no fue un asesino sino el jefe de un ejército. Pero no aclaró que ese ejército estaba financiado por la URSS y entrenado en Cuba, para imponer una dictadura totalitaria marxista-leninista en Argentina. Para Alfonsín Santucho no fue un golpista asesino sino jefe de un ejército, pero el General Videla era un violador de los derechos humanos. ¿Cómo se explica esta posición del padre de la democracia? Si viviera Sallustro habría que preguntarle.

 En 1981, Alfonsín fue uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, un frente legal de la guerrilla y donde comenzó a planearse la persecución a las Fuerzas Armadas.

 Pero ya Presidente, Raúl Alfonsín impulso una ley que les daba a los presos comunes un beneficio de contarles dos años de pena por uno, que en realidad fue para encubrir la otra parte de la ley, que les daba a los delincuentes subversivos el beneficio de contarles tres años de prisión por uno. La cuestión era soltar a los terroristas y encarcelar a los militares.


Tres coincidencias lamentables y otra más
 No quedan aquí las coincidencias. Cuando le preguntaron al padre de la democracia sobre su opinión por la caída del régimen totalitario de la Unión Soviética, se mostró preocupado porque sólo quedaría una superpotencia en el mundo. No aclaró que la superpotencia que quedaba (EEUU) era democrática y la que se disolvía, una de las más abyectas tiranías que sufrió la humanidad en toda su historia. Para Alfonsín esto no era importante, pero nos legó el odio que después renovarían con descarado énfasis los Kirchner, desatando una de las mayores persecuciones políticas que cuenta la historia. Si no es la mayor, es la más injusta, a la que se han sumado sus seguidores como Alfonsín (h), el Senador “Morales”, Margarita Stolbitzer, etc. Macabra herencia.

 La democracia no es posible con odio e intolerancia; tampoco creando una imagen mentirosa de la realidad, que se ha transformado por parte de periodistas sin conocimiento de la realidad en lo que John Stuart Mills denominó la “tiranía de la opinión pública”.

 La frase del epígrafe, escrita por un gran pensador alemán, nos habla de quién es realmente grande y quién sólo un mito: “En Oriente la grandeza puede revelarse, por tanto, en la arbitrariedad, mientras que en Occidente resulta incompatible con ella”.


✒ | Carlos E. Viana. Informador Público. 2 de febrero de 2014. 

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